
Hemos discutido en reiteradas
ocasiones que la tecnología educativa no implica exclusivamente la utilización
de herramientas digitales. Cuando hablamos de carteles informativos en la
actualidad pensamos en aplicaciones como Word, Pulisher, Power Point, Prezi;
estas herramientas nos ofrecen una amplia variedad de opciones para la
elaboración de estos carteles, sin embargo, en los contextos en los que muchas
veces nos desenvolvemos no podemos optar a estas herramientas, ya sea por la
falta de aparatos para su realización/impresión o por la falta de práctica de
las mismas.
Una habilidad que debe ser innata
de un maestro es la creatividad, esta implica que el maestro puede crear de
manera agradable herramientas o materiales que le sean útiles. Esta habilidad
está relacionada coloquialmente a la belleza o el arte, pero el maestro debe
tener una habilidad extra que está más relacionada a un sentido pragmático: la
adaptabilidad.
Un maestro puede tener una
creatividad innata y casi artística, crear cosas maravillosas y sumamente
agradables a los sentidos; pero esta creatividad se puede derrumbar por
completo si el maestro no puede adaptarse a las situaciones contextuales en las
que se desenvuelve. Miramos al maestro de la era digital que utiliza Prezi,
Photo shop, Auto Cad; pero al llegar a un aula sin electricidad, sin internet,
sin computadoras… ¿Dónde queda esa creatividad digital? Allí entra en juego la
adaptabilidad: bueno, no hay computadora, hay hojas de papel, marcadores, crayones,
lápices… sólo el maestro adaptable encontrará la manera de lograr sus metas sin
importar las circunstancias porque se adaptará a sus necesidades según su
contexto.

Esta adaptabilidad queda de manifiesta en la
tecnología educativa, porque con los materiales del contexto y en función de
las capacidades de sus estudiantes, el maestro creará herramientas que
complementen su labor de tal forma que su trabajo sea agradable a los sentidos,
se adapte a las circunstancias y aporte al proceso dentro del aula.

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